miércoles, 16 de septiembre de 2015

COMPETENCIA SOCIOEMOCIONAL


  

¿QUÉ ES LA COMPETENCIA SOCIOEMOCIONAL?
La competencia socioemocional es un comportamiento social-interpersonal que resulta efectivo para obtener resultados positivos del entorno social de una manera pacífica y respetuosa con los derechos y opciones de las otras personas del entorno. Se dice de una persona que es competente social y emocionalmente cuando muestra un trato fácil con los demás, sabe hacer amigos, afronta sin especial dificultad las relaciones y conflictos que surgen, conversa con fluidez y sin tropiezos, expresa sus puntos de vista y desacuerdos sin que los demás se sientan atacados, sabe decir "no" y rechaza ofrecimientos de los amigos que le resultan peligrosos sin que estos se sientan heridos o menospreciados, sabe llegar a acuerdos, tolera bien el que exista desacuerdo y se atreve a mantener opciones diferentes a las de los amigos, se valora positivamente y es respetuoso con las opciones diferentes a las suyas.
Los términos "competencia social", "asertividad", "habilidad social", "solución de problemas sociales" y más recientemente, "inteligencia emocional", se han utilizado indistintamente para significar ese componente central de los comportamientos sociales: el ser o resultar efectivos en los entornos sociales y emocionales. Habitualmente, la valoración de la efectividad se establece a partir de dos criterios:
a). El logro de resultados o metas significativas con especial énfasis en las de naturaleza social y emocional. Ej. "un niño recupera su pelota que le quitó un amigo sin entrar en conflicto con este"
b). El ajuste de los comportamientos, verbales y no verbales, al contexto de la situación. 

No existen, por tanto, conductas socialmente hábiles o efectivas al margen del contexto social. Conductas que son disfuncionales y desaprobadas en un contexto pueden ser funcionales y aprobadas en otros. La persona socialmente competente es hábil para seleccionar y controlar qué conductas emitir y cuáles suprimir en un contexto dado, para lograr cualquier objetivo dado. Ello puede implicar:
· La percepción de claves sociales relevantes
· Interpretación de esas claves sociales
· Anticipación realista de obstáculos a las conductas personalmente deseadas
· Anticipación de consecuencias de la conducta
· Generación de soluciones efectivas a los problemas interpersonales
· Traducción de decisiones sociales en conductas sociales efectivas
· La percepción de un sentido efectivo de autoeficacia.

2. Importancia de la Competencia Social y Emocional:
A. La interacción social es una parte esencial de la actividad humana.- La mayor parte de la gente en sus vidas de cada día experimenta una amplia variedad de situaciones interpersonales:
· En el trabajo la gente interactúa con compañeros y colegas, con jefes o subordinados, con usuarios o clientes de los servicios.
· En los aspectos prácticos de la vida es necesario tratar con gestores de banco, doctores, trabajadores sociales, psicólogos, políticos, vendedores, y hasta con el carnicero.
· Hay también interacciones importantes implicadas en el desarrollo y mantenimiento de amigos, vecinos.
· Finalmente, existen las relaciones más íntimas de la familia, amigos íntimos, parejas y amantes.
B. Habilidad socioemocional y salud.- De cómo acontezcan estas interacciones así va a depender la salud y bienestar de la gente.
· Hay una estrecha relación entre habilidad social y ajuste emocional. Quizás uno de los hechos más probados y sobre el que existe un mayor grado de acuerdo, sea el de la estrecha relación que existe entre las dificultades de una persona en sus relaciones interpersonales y el riesgo de que esa misma persona sufra algún tipo de problema personal importante. De hecho, la mayoría de los clientes que acuden a las consultas psicológicas o psiquiátricas demuestran un rasgo común: las dificultades que experimentan a la hora de manejarse en situaciones y relaciones de tipo interpersonal. La mayoría de los enfoques terapéuticos han reconocido estos hechos y han elegido el campo de las relaciones interpersonales como un campo a modificar. Sin embargo, sí son nuevos una serie de aspectos:
·        La insistencia de una relación causal entre dichos déficits y las dificultades o problemas experimentados.
·        La relación unívoca entre el análisis detallado de estos déficits y la planificación del tratamiento.
·        El actuar de una manera sistemática en la resolución de estos déficits (curricula a aprender, ensayo y entrenamiento).
· El Comité Planificador de la 3ª Conferencia de Vermont sobre Prevención en Psicopatología decidió proponer que el contenido de la misma se centrara sobre competencia social. Desgraciadamente la gente cuyas habilidades de manejo interpersonal son de lo más deficientes pueden tener poca probabilidad de recibir ayuda en las primeras fases porque nuestra cultura tiende a ver la habilidad social como una función de la "personalidad", una cualidad amorfa, general, místicamente adquirida que permite a la gente ser dicotomizada como competente (simpática, popular) o incompetente (antipática,..). La prevención de la violencia y del consumo de drogas implica el desarrollo y capacitación de los individuos en competencia social y emocional.
C. Habilidad social y desarrollo.- El desarrollo de los niños y adolescentes acontecen en escenarios interpersonales (familia, escuela, grupo de iguales,..) que dejan su impronta en el mismo. Es un factor de "resiliencia" o de protección en el desarrollo y socialización.
D. Habilidad social y desempeño profesional.- El desempeño profesional acontece también en escenarios interpersonales. En cualquier ámbito profesional la calidad y efectividad del desempeño depende en gran medida del manejo de los escenarios interpersonales, en especial en los ámbitos de la salud y de la educación: seguimiento de prescripciones, calidad de los servicios, abandono o cambio de médicos, conflictos docentes y de tutorías, capacidad de influencia educativa, etc.
E. Por todo ello, es una asignatura pendiente en los curricular del desarrollo del ser humano.

En los últimos cincuenta años, estamos siendo testigos de increíbles adelantos en el terreno de las habilidades técnicas. El hombre y la mujer de esta época se ven con capacidad de poner un hombre en la luna, de poner en funcionamiento fábricas con robots mecánicos, de trasplantar órganos, de trasladar a cualquier punto de la tierra máquinas pesadas en cuestión de horas. La robótica y la informática están revolucionando la civilización de estos años.
Si un antepasado nuestro del siglo X o XII pudiera visitarnos y contemplar estos adelantos técnicos y este progreso en nuestras habilidades técnicas, tendría un "pasmo" que volvería a cerrar los ojos. Su mente, su concepción del mundo y de la técnica no sería suficiente para asimilar tanto progreso y desarrollo técnico. En aquél siglo era inimaginable que las habilidades técnicas pudieran desarrollarse de tal modo.
Sin embargo, iba a contemplar con gran familiaridad las grandes o pequeñas disputas familiares, las discusiones entre amantes o vecinos, las situaciones de aislamiento social, los conflictos interpersonales, y ¡cómo no! las guerras, reyertas y contiendas entre los pobladores del planeta de este siglo. En nuestra vida interpersonal hemos avanzado poco, continuamos padeciendo la miseria del chantaje y de la fuerza para afrontar nuestros conflictos interpersonales, continuamos padeciendo el uso del engaño para seducir y continuamos padeciendo la depresión y la ansiedad por los fracasos repetidos en nuestra vida interpersonal.
Y es que existe un desajuste importante en el desarrollo tecnológico. Por una parte, la ciencia y la técnica han experimentado un increíble desarrollo en cuantos campos han sido objetos de su dedicación. Así la Física, la Química, la Medicina y las ingenierías en general han experimentado increíbles progresos en lo que han sido el objeto de sus estudios e investigación. Ello ha contribuido a un notable progreso de las condiciones materiales de vida de amplios sectores de la población. No obstante, tenemos evidencia creciente de que este progreso está siendo incontrolado y que continuamos padeciendo la "miseria interpersonal" de hace siglos.
Este desajuste, incluso, se ve como natural y no nos llena de sorpresa. Así por ejemplo, no toleramos que el mecánico de nuestro automóvil pusiera solo "buena voluntad" para repararlo o que al servicio técnico de nuestros electrodomésticos no se le exigiera cierta acreditación técnica. Del mismo modo, no consentiríamos que un familiar nuestro fuera a ser intervenido en cirugía cardiaca con solo buena voluntad. Sin embargo, con "buena voluntad" tan solo accedemos a tareas tan importantes en la vida comunitaria como es a ser padres, madres, esposos o esposas, dirigir equipos humanos y organizaciones. Se tolera y se mira con condescendencia cuando existen fallas y problemas en estas tareas. Cuando un padre o una madre maltratan a su hijo se dice: "¡qué se le va a hacer, son sus padres, ..!"; cuando un director de un equipo genera conflictos por su gestión se dice: "qué se le va a hacer es su carácter", cuando un profesor es muy riguroso, domina bien su disciplina pero no alcanza a motivar a sus alumnos o, incluso, tiene dificultades y conflictos con ellos, se dice: "tiene un carácter fuerte pero es muy buen profesor".
El desarrollo social e interpersonal ha estado, y sigue estando, olvidado. Es la gran asignatura pendiente de nuestras vidas y de nuestra historia.
Se plantea la hipótesis de que nuestra vida mejoraría sensiblemente y accederíamos a servicios de mayor calidad con esfuerzos planificados tendentes a que la competencia social y emocional impregnara el desarrollo personal de la gente y el desarrollo y capacitación de muchos profesionales, especialmente aquellos vinculados al sector servicios: educación, salud, servicios sociales.
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LA AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL
Los principales modelos de Inteligencia Emocional dan mucha importancia a la regulación de las propias emociones. De hecho, se trata de la piedra angular del concepto, ya que de nada sirve reconocer nuestras propias emociones si no podemos manejarlas de forma adaptativa. La autorregulación emocional se englobaría dentro de lo que sería el proceso general de autorregulación psicológica, el cual es un mecanismo del ser humano que le permite mantener constante el balance psicológico. Para ello necesita de un sistema de feedback (o retroalimentación) de control que le permita mantener el estatus en relación a una señal de control.
Para educar niños saludables y exitosos, ¿basta que los padres tengan el control y sean cálidos y amorosos? Evidentemente no; según investigaciones realizadas, la forma en que los padres enfrenten sus emociones y las de sus hijos afecta con fuerza no sólo la salud física y psicológica de los niños, sino también su desempeño escolar.
Sin que importe su Coeficiente Intelectual, los niños cuyos padres les han enseñado a manejar sus emociones tienen más largos períodos de atención, califican mejor en las pruebas de lectura  y matemática, tienen menos problemas conductuales, menores tasas cardíacas y menos hormonas de tensión en la orina.
De esta manera, se identificaron cuatro tipos de padres: los que ayudaban a sus hijos a reflexionar en sus emociones y a expresarlas de manera constructiva, los que ignoraban sus sentimientos de enojo o tristeza, los que desaprobaban que tuvieran tales sentimientos y los que creían que es función de los padres aceptar todas las emociones de los niños. Aquellos cuyos padres se contaban en la primera categoría  obtuvieron mejores calificaciones, tanto en los aspectos físicos como en los intelectuales.
Por tal razón, existe, sino una liga, sí una correlación entre el nivel de desarrollo emocional de los padres y la salud emocional y física, así como los logros escolares de los hijos. De manera, que la autorregulación emocional no sería sino un sistema de control que supervisaría que nuestra experiencia emocional se ajustase a nuestras metas de referencia. Cuando hablamos de autorregulación, el primer paso se inicia en la autoconciencia; en saber cómo funcionamos y cómo somos; la autorregulación no consiste en contener o reprimir la emoción.



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