¿QUÉ ES LA COMPETENCIA
SOCIOEMOCIONAL?
La competencia socioemocional es un
comportamiento social-interpersonal que resulta efectivo para obtener
resultados positivos del entorno social de una manera pacífica y respetuosa con
los derechos y opciones de las otras personas del entorno. Se dice de una
persona que es competente social y emocionalmente cuando muestra un trato fácil
con los demás, sabe hacer amigos, afronta sin especial dificultad las
relaciones y conflictos que surgen, conversa con fluidez y sin tropiezos,
expresa sus puntos de vista y desacuerdos sin que los demás se sientan
atacados, sabe decir "no" y rechaza ofrecimientos de los amigos que
le resultan peligrosos sin que estos se sientan heridos o menospreciados, sabe
llegar a acuerdos, tolera bien el que exista desacuerdo y se atreve a mantener
opciones diferentes a las de los amigos, se valora positivamente y es
respetuoso con las opciones diferentes a las suyas.
Los
términos "competencia social", "asertividad",
"habilidad social", "solución de problemas sociales" y más
recientemente, "inteligencia emocional", se han utilizado
indistintamente para significar ese componente central de los comportamientos
sociales: el ser o resultar efectivos en los entornos sociales y emocionales.
Habitualmente, la valoración de la efectividad se establece a partir de dos
criterios:
a). El logro de resultados o metas significativas con especial
énfasis en las de naturaleza social y emocional. Ej. "un niño recupera su
pelota que le quitó un amigo sin entrar en conflicto con este"
b). El ajuste de los comportamientos, verbales y no verbales, al
contexto de la situación.
No
existen, por tanto, conductas socialmente hábiles o efectivas al margen del
contexto social. Conductas que son disfuncionales y desaprobadas en un contexto
pueden ser funcionales y aprobadas en otros. La persona socialmente competente
es hábil para seleccionar y controlar qué conductas emitir y cuáles suprimir en
un contexto dado, para lograr cualquier objetivo dado. Ello puede implicar:
·
La percepción de claves sociales relevantes
· Interpretación de esas claves sociales
· Anticipación realista de obstáculos a las conductas personalmente deseadas
· Anticipación de consecuencias de la conducta
· Generación de soluciones efectivas a los problemas interpersonales
· Traducción de decisiones sociales en conductas sociales efectivas
· La percepción de un sentido efectivo de autoeficacia.
2. Importancia de la Competencia Social y Emocional:
A. La interacción social es una parte esencial de la actividad
humana.- La mayor parte de la gente en sus vidas de cada día experimenta una
amplia variedad de situaciones interpersonales:
·
En el trabajo la gente interactúa con compañeros y colegas, con jefes o
subordinados, con usuarios o clientes de los servicios.
· En los aspectos prácticos de la vida es necesario tratar con gestores de
banco, doctores, trabajadores sociales, psicólogos, políticos, vendedores, y
hasta con el carnicero.
· Hay también interacciones importantes implicadas en el desarrollo y mantenimiento
de amigos, vecinos.
· Finalmente, existen las relaciones más íntimas de la familia, amigos íntimos,
parejas y amantes.
B. Habilidad socioemocional y salud.- De cómo acontezcan estas
interacciones así va a depender la salud y bienestar de la gente.
·
Hay una estrecha relación entre habilidad social y ajuste emocional. Quizás uno
de los hechos más probados y sobre el que existe un mayor grado de acuerdo, sea
el de la estrecha relación que existe entre las dificultades de una persona en
sus relaciones interpersonales y el riesgo de que esa misma persona sufra algún
tipo de problema personal importante. De hecho, la mayoría de los clientes que
acuden a las consultas psicológicas o psiquiátricas demuestran un rasgo común:
las dificultades que experimentan a la hora de manejarse en situaciones y
relaciones de tipo interpersonal. La mayoría de los enfoques terapéuticos han
reconocido estos hechos y han elegido el campo de las relaciones
interpersonales como un campo a modificar. Sin embargo, sí son nuevos una serie
de aspectos:
·
La insistencia de una relación causal entre dichos déficits
y las dificultades o problemas experimentados.
·
La relación unívoca entre el análisis detallado de estos
déficits y la planificación del tratamiento.
·
El actuar de una manera sistemática en la resolución de
estos déficits (curricula a aprender, ensayo y entrenamiento).
·
El Comité Planificador de la 3ª Conferencia de Vermont sobre Prevención en
Psicopatología decidió proponer que el contenido de la misma se centrara sobre
competencia social. Desgraciadamente la gente cuyas habilidades de manejo
interpersonal son de lo más deficientes pueden tener poca probabilidad de
recibir ayuda en las primeras fases porque nuestra cultura tiende a ver la
habilidad social como una función de la "personalidad", una cualidad
amorfa, general, místicamente adquirida que permite a la gente ser dicotomizada
como competente (simpática, popular) o incompetente (antipática,..). La
prevención de la violencia y del consumo de drogas implica el desarrollo y
capacitación de los individuos en competencia social y emocional.
C. Habilidad social y desarrollo.- El desarrollo de los niños y
adolescentes acontecen en escenarios interpersonales (familia, escuela, grupo
de iguales,..) que dejan su impronta en el mismo. Es un factor de
"resiliencia" o de protección en el desarrollo y socialización.
D. Habilidad social y desempeño profesional.- El desempeño
profesional acontece también en escenarios interpersonales. En cualquier ámbito
profesional la calidad y efectividad del desempeño depende en gran medida del
manejo de los escenarios interpersonales, en especial en los ámbitos de la
salud y de la educación: seguimiento de prescripciones, calidad de los
servicios, abandono o cambio de médicos, conflictos docentes y de tutorías,
capacidad de influencia educativa, etc.
E. Por todo ello, es una asignatura pendiente en los curricular
del desarrollo del ser humano.
En
los últimos cincuenta años, estamos siendo testigos de increíbles adelantos en
el terreno de las habilidades técnicas. El hombre y la mujer de esta época se
ven con capacidad de poner un hombre en la luna, de poner en funcionamiento
fábricas con robots mecánicos, de trasplantar órganos, de trasladar a cualquier
punto de la tierra máquinas pesadas en cuestión de horas. La robótica y la
informática están revolucionando la civilización de estos años.
Si
un antepasado nuestro del siglo X o XII pudiera visitarnos y contemplar estos
adelantos técnicos y este progreso en nuestras habilidades técnicas, tendría un
"pasmo" que volvería a cerrar los ojos. Su mente, su concepción del
mundo y de la técnica no sería suficiente para asimilar tanto progreso y
desarrollo técnico. En aquél siglo era inimaginable que las habilidades
técnicas pudieran desarrollarse de tal modo.
Sin
embargo, iba a contemplar con gran familiaridad las grandes o pequeñas disputas
familiares, las discusiones entre amantes o vecinos, las situaciones de
aislamiento social, los conflictos interpersonales, y ¡cómo no! las guerras,
reyertas y contiendas entre los pobladores del planeta de este siglo. En
nuestra vida interpersonal hemos avanzado poco, continuamos padeciendo la
miseria del chantaje y de la fuerza para afrontar nuestros conflictos
interpersonales, continuamos padeciendo el uso del engaño para seducir y
continuamos padeciendo la depresión y la ansiedad por los fracasos repetidos en
nuestra vida interpersonal.
Y
es que existe un desajuste importante en el desarrollo tecnológico. Por una
parte, la ciencia y la técnica han experimentado un increíble desarrollo en
cuantos campos han sido objetos de su dedicación. Así la Física, la Química, la
Medicina y las ingenierías en general han experimentado increíbles progresos en
lo que han sido el objeto de sus estudios e investigación. Ello ha contribuido
a un notable progreso de las condiciones materiales de vida de amplios sectores
de la población. No obstante, tenemos evidencia creciente de que este progreso
está siendo incontrolado y que continuamos padeciendo la "miseria
interpersonal" de hace siglos.
Este
desajuste, incluso, se ve como natural y no nos llena de sorpresa. Así por
ejemplo, no toleramos que el mecánico de nuestro automóvil pusiera solo
"buena voluntad" para repararlo o que al servicio técnico de nuestros
electrodomésticos no se le exigiera cierta acreditación técnica. Del mismo
modo, no consentiríamos que un familiar nuestro fuera a ser intervenido en
cirugía cardiaca con solo buena voluntad. Sin embargo, con "buena
voluntad" tan solo accedemos a tareas tan importantes en la vida
comunitaria como es a ser padres, madres, esposos o esposas, dirigir equipos
humanos y organizaciones. Se tolera y se mira con condescendencia cuando
existen fallas y problemas en estas tareas. Cuando un padre o una madre
maltratan a su hijo se dice: "¡qué se le va a hacer, son sus padres,
..!"; cuando un director de un equipo genera conflictos por su gestión se
dice: "qué se le va a hacer es su carácter", cuando un profesor es
muy riguroso, domina bien su disciplina pero no alcanza a motivar a sus alumnos
o, incluso, tiene dificultades y conflictos con ellos, se dice: "tiene un
carácter fuerte pero es muy buen profesor".
El
desarrollo social e interpersonal ha estado, y sigue estando, olvidado. Es la
gran asignatura pendiente de nuestras vidas y de nuestra historia.
Se
plantea la hipótesis de que nuestra vida mejoraría sensiblemente y accederíamos
a servicios de mayor calidad con esfuerzos planificados tendentes a que la
competencia social y emocional impregnara el desarrollo personal de la gente y
el desarrollo y capacitación de muchos profesionales, especialmente aquellos
vinculados al sector servicios: educación, salud, servicios sociales.
LA AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL
Los principales modelos de Inteligencia Emocional dan mucha importancia
a la regulación de las propias emociones. De hecho, se trata de la piedra
angular del concepto, ya que de nada sirve reconocer nuestras propias emociones
si no podemos manejarlas de forma adaptativa. La autorregulación emocional se
englobaría dentro de lo que sería el proceso general de autorregulación
psicológica, el cual es un mecanismo del ser humano que le permite mantener
constante el balance psicológico. Para ello necesita de un sistema de feedback
(o retroalimentación) de control que le permita mantener el estatus en relación
a una señal de control.
Para educar niños saludables y exitosos, ¿basta que los padres tengan el
control y sean cálidos y amorosos? Evidentemente no; según investigaciones
realizadas, la forma en que los padres enfrenten sus emociones y las de sus
hijos afecta con fuerza no sólo la salud física y psicológica de los niños,
sino también su desempeño escolar.
Sin que importe su Coeficiente Intelectual, los niños cuyos padres les
han enseñado a manejar sus emociones tienen más largos períodos de atención,
califican mejor en las pruebas de lectura y matemática, tienen menos
problemas conductuales, menores tasas cardíacas y menos hormonas de tensión en
la orina.
De esta manera, se identificaron cuatro tipos de padres: los que
ayudaban a sus hijos a reflexionar en sus emociones y a expresarlas de manera
constructiva, los que ignoraban sus sentimientos de enojo o tristeza, los que
desaprobaban que tuvieran tales sentimientos y los que creían que es función de
los padres aceptar todas las emociones de los niños. Aquellos cuyos padres se
contaban en la primera categoría obtuvieron mejores calificaciones, tanto
en los aspectos físicos como en los intelectuales.
Por tal razón, existe, sino una liga, sí una correlación entre el nivel
de desarrollo emocional de los padres y la salud emocional y física, así como
los logros escolares de los hijos. De manera, que la autorregulación emocional
no sería sino un sistema de control que supervisaría que nuestra experiencia
emocional se ajustase a nuestras metas de referencia. Cuando hablamos de
autorregulación, el primer paso se inicia en la autoconciencia; en saber cómo
funcionamos y cómo somos; la autorregulación no consiste en contener o reprimir
la emoción.